Amós Acero


El alcalde de Vallecas que más tiempo ocupó el cargo, antes de 1940, fue Amós Acero Pérez, socialista, maestro de 1ª Enseñanza. Fue elegido concejal y alcalde en abril de 1931, con 38 años de edad. Diputado a Cortes Constituyentes (1931-33), fue destituido de la Alcaldía en octubre de 1934, sustituyéndole Eustaquio Pardo Zorrilla; volvió a ocupar los cargos de concejal y alcalde en febrero de 1936, desempeñándolos hasta marzo de 1939.

Amós Acero en su despacho del Ayuntamiento de Vallecas
(finales de 1932) (©Vallecas todo cultura)
Hijo de Salustiano Acero y Aquilina Pérez Gómez, Amós Acero nació en Villaseca de la Sagra (Toledo) el 31 de marzo de 1893, siendo el tercero de siete hermanos: Constantino, Gonzalo, Amós, Antonio, Julio, Eulalia (fallecida a los seis años) y Dévora.
A los 21 años, en 1914, “obtuvo en Madrid el título de Maestro de Primera Enseñanza. Tardó, no obstante, más de diez años en poder dedicarse a la educación, su gran pasión.
En 1915 es llamado a cumplir el Servicio Militar, pasando gran parte en el Regimiento de Comunicaciones, en el área de Telégrafos. Tras los 24 meses de servicio militar, a pesar de haber enviado solicitud a distintas localidades, no consigue plaza de maestro, por lo que acepta un puesto de mancebo en la farmacia de Villaseca y posteriormente, en agosto de 1917, se traslada a Valdepeñas (Ciudad Real) para cubrir una plaza fija de auxiliar de farmacia. En Valdepeñas conoció a Dolores Delgado Lara, con la que se casaría en marzo de 1918 en la iglesia de esta localidad.
(…) A principios de 1920 se instaló con Dolores en Madrid en una casa alquilada en el número 1 de la Glorieta de Pirámides. En marzo de ese año se afilió al Partido Socialista Obrero e ingresó en la Sociedad de Oficios Varios de la UGT. (…) Trabajó primero de cajero en (una) carbonería y luego en (una) farmacia (…) En este periodo el matrimonio tuvo sus tres primeros hijos: Gonzalo, Amós y María Dolores, a los que se unirían en años siguientes Francisco y Aurora.
A finales de 1926 Amós Acero aceptó la plaza de profesor que le ofreció la Sociedad de Oficios Varios y Escuelas Racionalistas del Puente de Vallecas. (…), adonde se trasladó poco después a vivir con su familia. Al parecer, sus primeras palabras al pisar suelo vallecano fueron premonitorias: ¿Sabes que me gusta lo que hemos visto al entrar en este pueblo? Siento dentro de mí un regocijo extraño. Tengo la impresión de que me va a gustar vivir aquí.

[Según Cástor Bóveda (Amós Acero, una vida por Vallecas), se afilió “al Partido Socialista y a las Escuelas Racionalistas en 1927. (…) La plaza que tanto había soñado Amós le llega de la mano del Partido Socialista que le ofrece trabajar como maestro en la Escuela Pablo Iglesias situada en la calle del mismo nombre”.]
Su primer domicilio estuvo en la calle Doctor Salgado nº 8, en la primera planta. Comenzó a desarrollar una extraordinaria labor pedagógica en beneficio de muchachos en su mayoría analfabetos y sin apenas medios para vivir. A los jóvenes que tenían que trabajar durante el día, obreros mal pagados que no sabían leer ni escribir, les daba clases nocturnas.
Amós se fue haciendo pronto muy popular entre los vallecanos por su humano comportamiento y abnegado quehacer docente. Gracias a las elecciones municipales de abril de 1931, Amós Acero fue elegido alcalde de Vallecas. Él y su familia se mudaron a la calle Juan Navarro nº 30.” (75 años de la muerte de Amós Acero, primer alcalde democrático de Vallecas. Juan Jiménez Mancha).
Con motivo de las elecciones municipales se organiza tres días antes un mitin en el cine Goya al que asisten más de 3.000 personas y en el que interviene Amós Acero:
(…) (El) principal mitin que la Agrupación del Puente de Vallecas organizó en campaña (se) celebró el 9 de abril en el cine Goya, con la asistencia de al menos tres mil personas y la intervención de (…) Amós Acero y algunos candidatos a Concejal. (…) Amós Acero, precavido, aconsejó 'boicotear a los patronos que traten de sobornar a los obreros el día doce'.” (La Casa del Pueblo. Apuntes para una intrahistoria socialista del Puente de Vallecas. Mario Nuño Sevilla)
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 dan a Vallecas “25 concejales republicanos y 8 monárquicos”, según la prensa del día 13 (El Porvenir Castellano, 13-4-1931). “Respecto a la Corte, el triunfo de la candidatura republicana y socialista ha sido completo. Los treinta candidatos de las izquierdas son concejales, en unión de veinte monárquicos (…)”. Y, según el Heraldo de Madrid, en octubre de 1932 el Consistorio de Vallecas está constituido por “13 concejales socialistas, 11 republicanos de distintos matices y 9 monárquicos. De éstos existen dos vacantes”.

[En otro lugar se afirma que los 12 (sic) concejales socialistas obtuvieron 19.281 votos (Poder, acción colectiva y violencia en la provincia de Madrid, (1934-1936). Souto Kustrín, Sandra Isabel. Tesis Doctoral. UCM).]
Corporación de Vallecas (1931).
De izquierda a derecha: Ayuso, Pedro Caballo, Manuel Ruiz, Masía,
Amós Acero, Vázquez, Torbellino, Cordero, Cubillo y Julián Vinagre.
(© Foto: Vallecas todo cultura / Vallecasweb.com)
El 17 de abril se da la noticia de la constitución del Consistorio: “El Ayuntamiento de Vallecas ha quedado constituido provisionalmente en la siguiente forma: Alcalde Presidente, Amós Acero Pérez, teniente de alcalde de la Villa; Antonio Arias Viñaras; del Norte, Anselmo Andrés Blas; del Centro, Eustaquio Serrano Mateo; del Sur, Simeón Alonso Álvarez; de Entrevías, Francisco San José Segundo.
El primer acto del alcalde después de la toma de posesión ha sido dictar un bando recomendando a todos los comerciantes (…) un especial cuidado en cuanto a su honradez respecto al peso, medida y calidad de los artículos, cuya infracción será castigada sin dilación y enérgicamente.” (La Libertad, 17-4-1931).
En el acto de entrega del bastón de mando de la Corporación vallecana, su antecesor, Jesús del Pino, se refirió al nuevo alcalde con estas palabras: “… un hombre modesto, humilde, pero que ostenta un título honrosísimo, el de Maestro (…) (un hombre de) gran capacidad y extraordinaria cultura (...).
El escrupuloso concepto que Amós Acero tenía del desempeño de sus funciones al frente del Ayuntamiento, muchas veces excesivo, le obligaba a informar en las Asambleas del Partido (Socialista) de numerosos asuntos estrictamente municipales (…). (En una de ellas) se decide el traslado del edificio del Ayuntamiento al Puente de Vallecas desde la Casa Consistorial de la Villa de Vallecas.” (La Casa del Pueblo, apuntes para una intrahistoria socialista del Puente de Vallecas. Mario Nuño Sevilla)

No había pasado un mes desde su toma de posesión cuando se produjeron graves altercados en el país, primero en la capital y, los días posteriores, también en provincias. Vallecas no fue una excepción y, como alcalde, Amós Acero tuvo que intervenir, ejerciendo su autoridad y poniendo en juego su capacidad de persuasión, para evitar incidentes graves y, en la medida de lo posible, mantener la paz y el orden en la localidad:
El día 11 de mayo “acontecía en Madrid la quema de los conventos de la calle de la Flor, Cuatro Caminos, etc., sin que las autoridades lograran evitar tales desmanes” (La Voz, 11-5-31). El suceso fue uno más de los acaecidos entre el 10 y el 13 de mayo en Madrid y otras ciudades de Andalucía y Levante, donde ardieron total o parcialmente alrededor de cien edificios religiosos.
Como veremos más adelante, ese día triste de mayo Amós Acero tuvo varias intervenciones determinantes en el Puente de Vallecas que evitaron desmanes de graves consecuencias.
Aquel lunes 11 el clima social era de agitación generalizada y tiene sus antecedentes el día anterior, como queda manifiesto en la relación que hace de los acontecimientos José Gutiérrez Ravé en el anuario “España en 1931”:
“El domingo día 10 de mayo se celebró, debidamente autorizada por las autoridades, una reunión en el Círculo Monárquico Independiente, cuyo local se inauguraba, y al que acudieron numerosas personas que lo invadieron por completo, quedando muchos en las escaleras. (…) Terminado el acto y cuando ya había salido a la calle la mitad de la concurrencia (…), se entabló una reyerta entre unos jóvenes que daban vivas a la Monarquía y un chofer que contrarrestaba esos gritos, resultando herido este último. Rápidamente se aglomeró la gente, impidiendo la salida de los monárquicos (…). Desde ese momento, se sucedieron diversos acontecimientos de gravedad a lo largo de la tarde y parte de la noche.
A medianoche la Puerta del Sol estaba invadida por una gran multitud, y en todo Madrid se notaba gran agitación.
Varias comisiones subieron al Ministerio de la Gobernación, y una de ellas, del Ateneo, desde uno de los balcones, dio cuenta de las conclusiones aprobadas, entre las que estaban la expulsión de las Órdenes religiosas, además de otras de carácter político. Además se comunicó al público que (…) se habían tomado medidas contra determinadas inmiscuiciones (sic) de los obispos.
A las diez de la mañana del lunes 11 de mayo, grupos, en su mayoría de mozalbetes, se dirigieron a la iglesia de los Jesuítas, de la antigua calle de la Flor, asaltándola y prendiéndola fuego, impidiendo luego que los bomberos atajaran las llamas”.
Tras ese primer incendio se sucedieron otros de iglesias y conventos, tanto de religiosas como de religiosos, y también fueron quemados tres colegios: Maravillas, de los Hermanos de la Doctrina Cristiana; Sagrado Corazón, de Chamartín de la Rosa, donde recibían enseñanza cientos de niñas de Chamartín y de familias aristocráticas de toda España; y un colegio de monjas en la calle de Villamil; siendo un total de 11 edificios los que ese día fueron incendiados en la capital.
“En el Puente de Vallecas, tras provocar un paro injustificado, se intentó realizar iguales violencias por una muchedumbre de más de seis mil personas contra los colegios religiosos del Niño Jesús de Praga, Ave María y Emilio Ortuño”, según escribe años después el propio Amós Acero; y añade: “La intervención personal y arriesgada del (alcalde), sin auxilio de nadie, las evitó totalmente, así como el daño a los religiosos de ambos sexos que fueron atendidos, con toda solicitud”. Pero no fue esa la única intervención del alcalde a lo largo del día.
A primera hora de la mañana los trabajadores vallecanos eran convocados a una huelga general y una manifestación numerosa se dirigió a las oficinas municipales, desde donde el alcalde habló a la multitud para que se disolviera pacíficamente:
“Esta mañana, a primera hora, varios grupos de obreros se estacionaron a la entrada del Metro invitando a cuantos marchaban al trabajo para que volviesen a sus casas, coaccionaron también a toda clase de vehículos, diciendo que obedecían órdenes de la Unión General de Trabajadores (…)
A las nueve y media (…) una incipiente manifestación compuesta por unas 3.000 personas se dirigió a las oficinas municipales (…). El alcalde Sr. Acero, desde el balcón de las referidas oficinas habló a la multitud, exhortándola a que tuviera calma y a que no se dejara engañar por los elementos extraños (…), y los invitó (…) a que se disolvieran pacíficamente y a que se reanudara el trabajo, y sólo obedecieran órdenes de la Unión General de Trabajadores, y así se ha disuelto la manifestación (…). El pueblo, se ha constituido en garantía de su orden, y detiene a cuantos cree que son elementos perturbadores y los entrega a la autoridad, renaciendo bastante la calma: el comercio ha cerrado sus puertas.” (La Voz, 11-5-1931)
Pero los acontecimientos que se suceden en la capital a lo largo de la mañana excitan los ánimos de una parte de la población en la barriada que pretende proseguir con actos de naturaleza similar. El intento de incendiar un convento lo evita una nueva intervención del alcalde, aunque tuvo que actuar por segunda vez poco después tras rehacerse los manifestantes para volver a intentarlo:
“A las cuatro y media una imponente manifestación (…) se dirigió al convento de las Marianas, situado en el Puente de Vallecas, con propósito de incendiarlo. Inmediatamente se dio aviso al alcalde, y éste, en compañía de varios concejales, exhortó a los manifestantes a disolverse y a que no cometieran actos incendiarios, pues con ello enturbiarían la bellísima página del día 14. Los manifestantes se disolvieron; pero poco después volvieron a rehacerse, y nuevamente pretendieron incendiar el convento. De nuevo el alcalde lo evitó, y prontamente rodearon el edificio unos catorce guardias civiles al mando de un teniente y quedaron protegiendo el edificio.” (La Voz, 11-5-1931; El Liberal, 12-5-1931)
La noticia también se publica un día después, de modo más resumido, en El Siglo Futuro (12-5-1931), donde se da cuenta de lo sucedido en “el convento de María Inmaculada”, cuyo “incendio evitó el alcalde de Vallecas”:
“A las cuatro y media de la tarde el alcalde de Vallecas evitó el incendio del convento de las Marianas, situado en el Puente de Vallecas. Las turbas intentaron asaltar el convento de María Inmaculada para el servicio doméstico evitándolo soldados de Caballería que prestaban servicio en los alrededores”.
Las horas siguientes trascurrieron en relativa calma pero, a última hora de la tarde, se volvió a producir otro suceso que pudo tener graves consecuencias: la población, ávida de noticias, se arremolinaba en las proximidades del Metro, por donde salieron cinco monjas y tres acompañantes, cuya integridad física llegó a correr serio peligro; el comportamiento cívico de la inmensa mayoría de los vallecanos presentes y la actuación del alcalde –una vez más en aquella jornada aciaga, durante la cual Amós Acero no abandonó el despacho oficial hasta bien entrada la madrugada– permitieron que aquellas ocho personas salieran ilesas. La noticia la da el día siguiente el diario La Voz, que nos cuenta con detalle lo acontecido:
“Anoche, los vecinos de la populosa barriada del Puente de Vallecas pusieron de relieve una vez más sus generosos y nobles sentimientos. A las nueve, hora en que una inmensa multitud esperaba en la carretera de Valencia, y a la salida del Metro, la llegada de los periódicos de la noche, hicieron su aparición por la referida estación del Metro cinco monjas del convento de Mesón de Paredes, a quienes acompañaban don muchachos jóvenes y una señora de edad.
Al verlas el público allí estacionado, en su mayoría obrero, prorrumpió en gritos de indignación; pero reaccionando al momento, se destacó un grupo de obreros, y ayudado por jóvenes de la guardia Cívica, por el concejal republicano Sr. Sánchez (y otra persona) formaron un círculo, y al grito de ‘Compañeros, respetadlas, que son mujeres’ fueron conducidas a las oficinas municipales que hay establecidas en la Casa de Socorro; pero antes de llegar a dicho establecimiento benéfico, tres individuos con ideas sospechosas pretendieron romper el cerco que libraba a las monjas, no de las iras, pero sí de la curiosidad de las gentes, y fueron rechazados con tanta energía como indignación. Una vez dentro de las referidas oficinas, el alcalde, con los tenientes de alcalde y varios concejales, que desde las primeras horas de la mañana de ayer, hasta bien entrada la madrugada de hoy, no abandonaron el despacho oficial de la Alcaldía para atender a cuantos requerimientos a ellos llegaban, reclamado por el público tuvo que salir a uno de los balcones del referido edificio, desde el que les dirigió la palabra, haciendo resaltar el rasgo noble y humanitario que acababan de realizar, diciendo además que se sentía orgulloso de ser el alcalde de un pueblo que, como el de Vallecas, sabía poner por encima de todos sus Ideales el sentimiento de humanidad y respeto con las personas de unas mujeres desvalidas. Los exhortó a que se retiraran, como así lo hizo la multitud.” (La Voz, 12-5-1931)
Un día más tarde, el diario El Sol (13-5-1931), prescindiendo de algunos detalles, se hace eco de lo publicado por La Voz el día 12, dando la noticia bajo el título Digno comportamiento del vecindario de Vallecas. Ese mismo día el gobernador civil de Madrid facilita una nota de prensa a los medios de comunicación en la que, entre otras cosas, se dice:
“El gobernador señala como ejemplo de eficacia democrática lo ocurrido en el pueblo de Vallecas, en que su alcalde, modelo de autoridad popular ha sabido dirigir a sus convecinos y evitar toda violencia inútil. Madrid 13 de mayo de 1931.” (La Tierra, 13-5-31; La Libertad, 14-5-1931; La Nación 14-5-1931).
El propio Amós Acero, acabada la guerra civil, en su pliego de descargo que redacta ante los hechos que se le imputaron durante su mandato expone:
"Que ante la impotencia manifiesta (…) para evitar los desmanes que se sucedían y perseguir a quienes fueran sus autores, el declarante hubo de recurrir en última instancia al Sr. Ministro de la Gobernación (…), a quien tras minucioso informe requirió para poner coto definitivo a las violencias y lograr la defensa de su vecindario (…). Finalizó aquel día inolvidable (del 11 de mayo) dando asilo a más de sesenta monjas que procedentes de los conventos siniestrados en Madrid buscaron y hallaron amparo en nuestro Ayuntamiento y entre los vecinos (15-9-1939).” (Amós Acero, frente a dos juicios paralelos. Cástor Bóveda)

La vida municipal vuelve a la normalidad y diez días después el alcalde preside una sesión ordinaria del Ayuntamiento a la que asisten 23 concejales, siendo muy probable que no estuvieran presentes los ediles monárquicos, dado que el consistorio estaba compuesto de “13 concejales socialistas, 11 republicanos de distintos matices y 9 monárquicos” y que las propuestas se aprueben por unanimidad, como sucedió con la supresión de “las subvenciones que gozaban los colegios religiosos”, o sin discusión, como el cambio de nombre de algunas calles ‘de la época anterior’:
“Bajo la presidencia del alcalde, Sr. Acero, celebró el Ayuntamiento del Puente de Vallecas sesión ordinaria. Asistieron a la sesión 23 concejales (…), se dio lectura a una propuesta del alcalde pidiendo fondos para remediar la crisis de trabajo, tan hondamente sentida en el Municipio vallecano. Para ello propone se abra una suscripción pública, que el Ayuntamiento encabezará con la cantidad (…) (de) 5.000 pesetas (…).
El dictamen que suprime las subvenciones que gozaban los colegios religiosos es aprobado por unanimidad, después de un discurso del alcalde, en el que elogia la escuela única (…).
Una moción (…), proponiendo la variación de nombres de algunas de las calles (…), fue aprobada sin discusión. Los nombres que se cambian son los siguientes: la Avda. de Alfonso XIII, por el de Avda. de la República; Avda. de la Reina Victoria, por el de Avda. de García Hernández; la del General Ampudia por Fermín Galán, y la plaza de Adolfo Salvador por el de plaza de la Libertad.” (El Sol, 23-5-1931).
[La Avda. de Alfonso XIII fue anteriormente la carretera de Valencia (actual Avda. de la Albufera); Avda. Reina Victoria es hoy Puerto Canfranc; General Ampudia es actualmente Peña Prieta. Sin embargo, la plaza de Adolfo Salvador no aparece en el callejero de 1929, aunque sí existiera una calle con ese nombre, que es la actual Puerto Arlabán]
Al mes siguiente Amós Acero es elegido diputado a Cortes en las elecciones generales, celebradas el domingo 28 de junio, y decide hacer compatible su escaño con la alcaldía, renunciando al sueldo de diputado (1.000 pesetas) para seguir ganando las 500 pesetas que cobraba como regidor de Vallecas.
[El Partido Socialista se presentó dentro de la Conjunción Republicano-Socialista, aunque con su propio programa, igual que los demás partidos de la CRS. La derecha antirrepublicana concurrió dividida y no presentó candidaturas en parte de las circunscripciones. El Partido Socialista fue el que obtuvo más diputados, 115 de un total de 470, aunque hubo alguna variación tras diversas elecciones parciales para la segunda vuelta, entre el 19 de julio y el 8 de noviembre.
Entre los diputados electos de Madrid capital estaban Julián Besteiro y Francisco Largo Caballero, y en la provincia fueron elegidos Mariano Rojo (68.241 votos), Antonio Fernández Quer (68.110 votos), Amós Acero (67.269 votos)]
Reunido el Ayuntamiento el 3 de julio en sesión ordinaria, después de ser ovacionado tras la propuesta de solicitar la compatibilidad de los cargos de concejal y alcalde con el de diputado, “pasa a dar cuenta (el Sr. Acero) de lo realizado por el pueblo en la vía de la ‘maquinilla’ (y) dice que como lo hecho es la fiel expresión de la voluntad soberana del pueblo, hay que respetar ésta.” (El Sol, 3-7-1931):

[En 1879 se creó un tranvía de vapor que iría desde el kilómetro 3 de la carretera de Valencia hasta Arganda. En un principio sólo se construyeron seis kilómetros, hasta Vallecas. Aunque se llamaba tranvía Madrid-Arganda, nunca llegó a Arganda, pero sí aumentó su recorrido, yendo por lo que hoy son las calles de Monte Igueldo y Martínez de la Riva, hasta alcanzar las mismas puertas de la fábrica de yesos "La Invencible", situada entre los kilómetros 13 y 14. Así este tranvía de vapor, el imaginado tren de Arganda --conocido popularmente como "la maquinilla o el ferrocarril yesero"--, se convirtió en el tren de Vallecas, transportando tanto viajeros como mercancías. Un tranvía de vapor que había convertido a Vallecas en uno de los extrarradios mejor comunicados con el centro Madrid y que resultaría fundamental a la hora de establecer industrias en Vallecas y de atraer a trabajadores que tenían que trasladarse a diario a Madrid.]
El día 29 de junio de 1931 más de un centenar de vecinos había intervenido en la desaparición de la maquinilla, levantando las vías por las que circulaba. Se encuentra para ello un doble motivo: “constituir un peligro para los viandantes y para la seguridad de las fincas rústicas y urbanas” y “los rumores de que el Sr. Soria presentaba su candidatura (…) en contra de la Conjunción Republicana (…)”, siendo los señores Soria quienes ostentaban la concesión de la maquinilla, cuya “principal (función es) la de transportar materiales a una fábrica de sus concesionarios, siendo casi nulo el servicio de viajeros que realiza.” (La Época, 29-6-1931).
“Los obreros (colocan) un gran cartel en el que se dice que la justicia del pueblo pide el levantamiento de tales vías; que no quieren perjudicar a nadie y que lejos de ello, su actitud beneficia a la barriada (…)”. 
A las dos y cuarto de la madrugada un grupo de unos quince vecinos (…) empezaron a levantar en el sitio conocido como la casa del cura, en la curva de la calle de la Presilla, la vía férrea de la maquinilla que hace el servicio entre Vallecas y el Pacífico (…). Al grupo se sumaron pronto cerca de un centenar (…) a los que sucedieron otros que (…) prosiguieron levantando la vía.
Todo se desenvuelve dentro del mayor orden, sin que hasta las primeras horas de la tarde haya tenido que intervenir la fuerza pública ni se haya registrado el menor incidente.” (La Época, 29-6-1931)]


En agosto de 1932 Amós Acero firma como alcalde el anuncio de una subasta pública “en la Casa Consistorial de Vallecas (…) para la contratación de las obras municipales de urbanización parcial y nueva rasante de la antigua calle de Josefina de la Presilla, hoy de la Libertad.“ (La Libertad, 10-8-1932). Y en octubre, transcurrido año y medio desde el acceso a la alcaldía de Amós Acero, la prensa titula “El Ayuntamiento de Vallecas ha construido diez kilómetros de alcantarillado y se ocupa de resolver el problema de la enseñanza” y se anuncia que “En breve tendrá la barriada una red completa de agua del Lozoya” (La Libertad, 9-10-1932). Además de tratar los aspectos enunciados y referirse a los problemas laborales de la población, el diario enumera otras particularidades de la barriada y se traza un perfil de su alcalde:
“Bajo de estatura, magro, cetrino. Inteligente, activo, dinámico (…). Para todo el que se acerca a él tiene una sonrisa y una frase amable (…), orador de palabra persuasiva que sabe llegar por la emoción al alma de las multitudes”.
Con la instalación de “16 escuelas nacionales primarias, aparte de las dos escuelas municipales que ya existían, y de una Sección de la Escuela de Artes y Oficios, donde reciben enseñanzas especiales numerosos jóvenes de la barriada” se pretende “resolver el problema de la enseñanza”.
“Se retira”, sin embargo, “la subvención a las escuelas confesionales” en favor de “las escuelas laicas entre las que se distribuyen 10.000 pesetas”.

[No sabemos si la moción aprobada en mayo de 1931 sobre la supresión de “las subvenciones que gozaban los colegios religiosos” se llegó a ejecutar entonces y esta de octubre del 32 es una nueva retirada de algunas subvenciones todavía existentes o que esta última decisión fuera consecuencia de la moción del 31 ahora ejecutada.
Las escuelas laicas eran privadas, como también lo eran los colegios de inspiración católica “Divina Pastora”, “Ave María”, “Colegio del Niño Jesús de Praga”, “Luz Rodríguez-Casanova” y “San Ramón” (Acacias), que albergarían en sus aulas a más de 1.500 niños y niñas, preferentemente de la barriada, como es de suponer.]

En septiembre de 1932 el Ayuntamiento cambia su sede de la Villa al Puente y se esculpe el escudo de Vallecas en la fachada de la nueva sede.
Hasta esa fecha, la Casa Consistorial de Vallecas había estado en la Plaza de la Constitución de la Villa (actual Sierra Gador), de donde se trasladó a las dependencias de la Casa de Socorro y una Escuela Municipal, situada en la Calle del Carmen nº 1 (actual Puerto Monasterio).
En noviembre de 1933 se celebran nuevas elecciones generales, que dieron mayoría a los partidos de centro y de derechas, siendo nombrado primer ministro Alejandro Lerroux, del Partido Republicano Radical, aunque fue la C.E.D.A. el partido más votado, con 115 diputados. Un año después, en octubre de 1934 tiene lugar ‘la huelga general revolucionaria’ y tras su fracaso, el gobierno destituye a los alcaldes que la habían apoyado, Amós Acero entre ellos.

Correo electrónico:jlghpv15@gmail.com
Fuentes principales:
Amós Acero, una vida por Vallecas. Cástor Bóveda (libro); 75 años de la muerte de Amós Acero, primer alcalde democrático de Vallecas; La Casa del Pueblo, apuntes para una intrahistoria socialista del Puente de Vallecas. Mario Nuño Sevilla; Amós Acero, frente a dos juicios paralelos. Cástor Bóveda
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