El Abroñigal y otros arroyos (I)

II. Arroyos de Moratalaz       III. Algunos arroyos de Vallecas       IV. Otros arroyos de Vallecas
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Plano de Madrid y Pueblos colindantes al empezar el siglo XX. Facundo Cañada López (1900)

En sus orígenes, la ciudad de Madrid estaba surcada por numerosos ríos y arroyos. Uno de ellos es el arroyo Abroñigal que, bajando desde el norte, pasado Fuencarral, a comienzos del siglo pasado surcaba Chamartín y los barrios de Ventas y Doña Carlota hacia el Puente de Vallecas, por la actual Peña Prieta (entonces Ctra. de Dª Carlota).
[Doña Carlota fue propietaria de los terrenos que hoy dan nombre al barrio a comienzos del siglo precedente. La parcela estaba delimitada por el Arroyo de los Neveros, la Dehesa de Moratalaz y el campo de maniobras del ejército estacionado en los cuarteles de Pacífico. También dio nombre a una carretera de Doña Carlota, junto al Camino de Valderribas.]
Desde Ventas hasta su desembocadura en el Manzanares existían arroyos que vertían sus aguas en el Abroñigal por su margen izquierda. Otros arroyos próximos, más al este de su cauce, regaban las tierras de Vallecas y alrededores. De unos y de otros nos ocuparemos más adelante, después de referirnos sucintamente a algunos arroyos de la ciudad de Madrid.
Cuando se creó el Canal de Isabel II los arroyos de Madrid, como el arroyo de la Fuente Castellana, tributario del Abroñigal, que pasaba por Recoletos, Atocha –antes era un "atochal" o espartizal– y Méndez Álvaro, se canalizaron y se hicieron subterráneos.

[El arroyo Abroñigal, hasta que se soterró completamente, creó problemas porque los colectores subterráneos por los que circulaba el arroyo eran muy estrechos y cuando llovía el arroyo se desbordaba, levantaba las tapas de las alcantarillas por la presión e inundaba toda Peña Prieta, saliendo los objetos de las casas flotando la calle abajo.]
Arroyo Abroñigal, A. de la Fuente Castellana y Río Manzanares
(El País, Nacho Catalán. Fuentes: Centinelas de piedra. Fortificaciones en la Comunidad de Madrid
Atlas Ilustrado de la Historia de Madrid y Ayto. de Madrid)

Entre los demás arroyos más conocidos, afluentes de río Manzanares, se encontraban el arroyo San Bernardino, sobre la zona de la Moncloa; el arroyo Leganitos, que bajaba hacia el Manzanares atravesando los jardines del Palacio Real; más al sur y en la misma margen el arroyo de Embajadores; en la otra margen, la Casa de Campo albergaba los arroyos de Luche y el Meaques, de los pocos que aún siguen con vida (Las aguas de Mayrit y de Madrid).

El arroyo de San Bernardino, en el parque del Oeste, tenía su origen en el Manantial de la Salud. Actualmente, hay dos Fuentes de la Salud, una al comienzo del arroyo artificial actual, que está seca, y otra que se halla al pie de un viejo nogal, en mitad del arroyo artificial que en su día fue el arroyo natural de San Bernardino, que recorría el parque desde Moncloa hasta casi llegar al Puente de los Franceses (Ayer y hoy del Parque del Oeste, 1).

El arroyo Leganitos, del que es tributario el A. Arenal –que discurría por la actual calle con ese nombre–, transcurría junto al Camino del Río -actual Cuesta de San Vicente-, rodeado de huertas, hasta llegar al Parque de Palacio para desembocar en el Manzanares.
Arroyo de Leganitos: del Puente de Leganitos al Puente del Parque. Mancelli, 1623
(El Arroyo de Leganitos y el Puente del Parque)
El arroyo Meaques, de unos 7,6 km., “nace en el llamado Ventorro del Cano a 750 metros de altitud, justo en la divisoria de aguas entre las cuencas de Guadarrama y del Manzanares y en la frontera municipal entre Pozuelo y Alcorcón” (Francisco Cerrato Rubio). En su curso forma un humedal al confluir con el A. Valchico. Desde ahí, ya como arroyo Meaques, se adentra en la Casa de Campo, cuyo principal aporte hídrico lo recibía del arroyo. Desemboca en el Manzanares, al sur del Puente del Rey.

“Sabatini construyó cinco puentes en épocas en que el arroyo era más caudaloso. De estos se conservan tres: el de la Agachadiza, el del Álamo negro (o del Batán) y el de la Culebra.” (Ibídem).
Un kilómetro más al sur de la desembocadura del Meaques, vierte sus aguas en el Manzanares otro arroyo, el A. de Luche. Desde un lugar cercano a la antigua carretera de Badajoz a Madrid, en su cruce con el Camino de Brunete a Carabanchel Alto, continuaba su curso pasando el Camino de Carabanchel, en el término de Carabanchel Bajo, para desembocar en el Manzanares, cerca del Paseo de la Ermita del Santo.

“En la zona meridional, el arroyo de Embajadores recorría el barranco del mismo nombre en dirección sudoeste hacia el puente de Toledo” (Las trazas del agua al norte de la villa de Madrid. María José Muñoz de Pablo), cruzando el Paseo de las Yeserías.
La “Cuenca de Embajadores, con 11,25 hectáreas, es la más pequeña de las existentes en el centro histórico de Madrid. Está situada entre las calles de Embajadores, Mesón de Paredes y parte de la del Amparo. Por ella discurría el arroyo de Embajadores, que nacía casi al comienzo de dicha calle, y atravesaba las calles del Oso, Cabestreros y plaza de Agustín Lara, para llegar a la Ronda de Valencia, donde desembocaba” (Los viajes de agua de Madrid durante el Antiguo Régimen. Fundación Canal de Isabel II).

Pero el principal afluente del Río Manzanares en la ciudad de Madrid es el Abroñigal, de 11,8 km. de longitud, desde su nacimiento en Chamartín (unos 800 m. al sur del actual Nudo de Manoteras) hasta su desembocadura en el Nudo Sur de la M 30, frente al barrio de La Carolina.
Nacimiento y Desembocadura del Arroyo Abroñigal

En cuanto al origen del nombre, las dos teorías más extendidas son que procede de Valnegral o de abróñigo.
La aldea de Valnegral o Valdenegral, donde estaba “el arroyo de Tocha”, se cita en el fuero de Madrid de 1202: “Et ubi cadit el arroio de tocha, en balnegrar inde en aiuso”. Y según Enrique Villalba (www.madridiario.es, 3-7-2014: El Real Sitio del Retiro y el Paseo del Prado…), “Felipe IV había dado instrucciones para que se encauzara el arroyo Valdenegral o Bajo Abroñigal que lo recorría y se colocaran unos puentecillos para unir ambas orillas. Carlos III decidió reformar totalmente la zona. Los trabajos de terraplenado comenzaron en 1768 y, a continuación, se cubrió el arroyo, se plantaron árboles y se colocaron fuentes tan artísticas como las de Cibeles, Neptuno, Apolo y la Alcachofa”.
En Prehistoria e historia antigua se afirma que “Según Mariano Grande, historiador, lo que hoy llamamos Puente de Vallecas era hacia el año 1200 un lugar lleno de valles, arroyos, bosques y campos cultivados, uno de esos arroyos debe su nombre a una aldea llamada Valnegral o también Val del Nogueral –junto a las Peñas de Valnegral, en lo que hoy es Chamartín–, nombre que derivó a Breñigal y después en Abroñigal. Debían ser terrenos muy ricos y la orden de Calatrava adquirió en 1206 un cuarto de la propiedad, siendo prohibidas posteriormente por el rey Fernando III, en 1238, estas ventas a las órdenes militares de las tierras del Concejo madrileño. De aquel Valnegral no quedó ningún resto”.

[Pueden verse más referencias a Valnegral en otros lugares, como por ejemplo: Encomienda de Moratalaz (parquelineal.es), El arroyo de Valnegral en el fuero de Madrid (palomatorrijos, donde se dice que “En el siglo XIV el arroyo del Abroñigal y sus afluentes regaban ‘las Huertas de Calatrava’ del Comendador de Moratalaz que contaban con toda una plantación de viñedos”), Arroyo Abroñigal (cosas-de-madrid y howlingpixel.com, donde se dice que “El Abroñigal aparece a lo largo de la historia de la ciudad de Madrid y su entorno relacionado con ‘distintos y diversos’ enclaves geográficos, y a menudo confundido o asociado al arroyo de Valnegral, localizado entre el paseo de Recoletos y Atocha y así llamado por la existencia en esa vaguada del poblado de Valnegral, Valnogueral o Val de Nogueral”).]
En textos diversos se asocia Abroñigal con Balñegral, Briñigal, Brañigal, Breñigal o Broñigal y se trata de justificar la evolución etimológica Valnegral-Balñegral-Abroñigal. Lo que sí hay de cierto es que, de tales nombres, consta que tres de ellos fueron utilizados en mapas o documentos oficiales: Brañigal (Vrañigral), Breñigal y Broñigal.
Vrañigral puede leerse en la Planta del canal del Manzanares, levantada en 1668 por los coroneles Grunenbergh (en Memorial a S. M. sobre rendir navegable el Manzanares. Año 1668. BNE, VE 21-31).

El Catastro de Ensenada, refiriéndose a los límites de Vicálvaro, nos dice que “confronta á Levante con el Rio Del Jarama y termino de Rivas a Poniente con el Arroio de Breñigal y al Norte con el Lugar de Canillas Ambrox y Coslada” (Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada, 1749-1756).
Y en el Diario de Avisos de Madrid (18-4-1858) se cita un “terreno inmediato al presente del arroyo Broñigal término de Vallecas”.
Broñigal también aparece en la Literatura. Un ejemplo de ello es Balcones viejos y nuevos de la Plaza Mayor, escrito en 1841 por Serafín Estébanez Calderón: refiriéndose a un “singular y misterioso personaje, a quien llamaban D. Alonso”, el autor escribe que “La soledad era su estado, su entretenimiento los libros, y un paseo, ya á mula hasta el arroyo de Broñigal, ó ya á pie por el prado de San Jerónimo, todo su recreo.” (Novelas cuentos y articulos D. S. Estebánez Calderón (el solitario), p. 361. 1893).
Sea como fuere, si resulta cierto que el arroyo de Valnegral estaba “localizado entre el paseo de Recoletos y Atocha” y que se llamara así “por la existencia en esa vaguada del poblado de Valnegral, Valnogueral o Val de Nogueral”, suponer que el nombre Abroñigal proceda del término ‘balnegrar’ (Fuero de Madrid 1202) o ‘Valnegral’ habría que ponerlo en tela de juicio.

La segunda teoría más extendida afirma que “El término abroñigal procede de abróñigo, especie de ciruela silvestre” (Madrid, Capital de la apariencia: Economía, sociedad y arte en Madrid hasta el siglo XIX. José Luis Díaz de Liaño y Juan Enrique Díez Ortells, 2016). También se ha dicho que puede ser “lugar de abróñigos (ciruelas silvestres), o campo de cardos borriqueros” (howlingpixel.com) y que “El Abroñigal trazó un importante cauce entre cuya flora surgió el endrino, conocido antiguamente como abroñigo, de ahí la explicación más probable para el nombre de Abroñigal” (La Concepción y San Pascual. Juan Luis Roldán Calzado, 2013).
Aunque esta segunda teoría parece plausible, el hecho de que el término abróñigo no se encuentre en el diccionario de la RAE, ni siquiera como palabra en desuso, y tampoco aparezca en diccionarios anteriores hace dudar de su verosimilitud.

Dejando a un lado el origen de su nombre, Juan Luis Roldán Calzado, en La Concepción y San Pascual, escribe que “Hay documentos del s. XVII que ya hablan del paso del camino de Aragón sobre el Abroñigal (el actual puente de Ventas) y no precisamente bien, ya que el camino era objeto de numerosas reparaciones debido a su mal estado y a que «continuamente suceden muchas desgracias a los pasajeros y caminantes» […]
El Real Camino de Aragón partía de la Puerta de Alcalá, construida en 1778 y por entonces límite de la ciudad. Pero entre las clases acomodadas surgió el plan de ir de excursión a los márgenes del Abroñigal, con tanto éxito que el Ayuntamiento tuvo que dictar una especie de normas de circulación para ese trayecto.
Además de lugar de recreo, el paso del Abroñigal era obligado para todos los viajeros y abastecimientos que llegaban a Madrid desde Alcalá, lo que dio lugar a multitud de ventas o paraderos donde los viajeros podían reponer fuerzas e incluso pernoctar. Esa fue una de las razones por la que la zona comenzó a llamarse las Ventas del Espíritu Santo. En cuanto a lo de «Espíritu Santo» parece responder a la existencia hace siglos de una ermita en la que se veneraba a un Cristo al que se le atribuían muchos milagros y, en la que, una vez derruida, se vio con mucha frecuencia una paloma blanca que revoloteó incansablemente sobre los restos, incluso cuando se empezó a construir una venta en ese mismo lugar.”


En el Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal 1826-1828 (Sebastián Miñano y Bedoya, Tomo I, p. 327) se citan los arroyos de Abroñigal y de la Gavia al referirse a la construcción del Canal de Manzanares, comenzado en 1770 “por mas abajo del Puente de Toledo, en la margen izquierda […]; según se trabaja, muy pronto llegará a Vacia-Madrid […]. Sus principales obras consisten en 9 esclusas, 2 puentes, sobre los cuales pasan los arroyos de Abroñigal y de la Gavia”.

Y ya en el Plano de Madrid y de sus circanías [sic], de Ambroise Tardieu (1820), puede verse claramente el curso del Arroyo Abroñigal, desde su nacimiento hasta la desembocadura en el Río Manzanares (Manzanares Riviére), cruzando la carretera de Valencia (Route de Valence) por el puente de Vallecas, junto al que estaba situado el fielato (portazgo), en la entrada a la población de Madrid desde el pueblo de Vallecas. Además de algunos arroyos ya citados: San Bernardino, Meaques, Luche, Embajadores… –ya no aparece el arroyo Leganitos–, pueden verse los caminos –Alto y Bajo- que conducían a Vicálvaro desde Madrid, el relieve de los lugares próximos a ambas márgenes del Abroñigal y algunos arroyos al sur de la carretera de Valencia, acordes con ese relieve y la posible existencia de manantiales.

El Abroñigal, testigo de tantos acontecimientos a lo largo de su historia, al principio del siglo XIX lo fue al menos de dos momentos relacionados con el paso del torero Pepe-Hillo por algún lugar de su ribera (1801) y la pérdida de un “relox de oro de repetición francés” en las proximidades del “Lugar de Ballecas” (1804).

Pepe-Hillo viendo los toros que le habían correspondido el día antes de su muerte, en el arroyo del Abroñigal (El Puente de Vallecas, MADRID MAGERIT MATRITUM)

[José Delgado Guerra (Sevilla 1754; Madrid 1801), Pepe-Hillo, el 11 de mayo de 1801, alternando con José Romero y Antonio de los Santos, cuando entraba a matar al séptimo toro, llamado Barbudo, este le derribó y enganchó en el suelo, muriendo como consecuencia de la cogida.]

La noticia de la desaparición del “relox” aparece en el Diario de Madrid el 18 de diciembre de 1804, se titula “Pérdida” y se da cuenta de ello de la siguiente manera:

El nombre de Abroñigal no solo se refiere al arroyo del que hablamos –considerado como río en varios textos–, sino también a dos de los más importantes viajes de agua de Madrid: “Desde la fundación de Madrid en la segunda mitad del siglo IX, hasta 1858 en que se inaugura la traída de aguas del río Lozoya por medio del Canal de Isabel II, la villa se abastecía a través de una gran red de galerías subterráneas llamadas qanats o viajes de agua, de origen árabe, que proporcionaban aguas captadas del subsuelo […]. Durante los siglos XVII al XIX, coexistieron decenas de viajes de agua. Los principales fueron: Alcubilla, Abroñigal Alto, Abroñigal Bajo y Fuente Castellana (de uso público) y el Viaje de agua de Amaniel, este último destinado a abastecer al Palacio Real.” (Viajes de agua, madrid.es).
Cauce del Arroyo Abroñigal

El Puente de los Tres Ojos
Se proyectó en 1845 para la línea de ferrocarril Madrid a Aranjuez, salvando el arroyo Abroñigal.

Las obras se iniciaron en 1846 y se terminaron en 1850, pero cinco años más tarde unas fuertes lluvias determinaron la crecida de las aguas del arroyo Abroñigal y el puente se hundíó al paso de una locomotora, por lo que hubo que reconstruirlo.
Al paso por Vallecas se construyó otro puente para cruzar el Arroyo Abroñigal:
1. Madrid. Planos de población 1911 (Hoja nº 4). Pedro Núñez Granés. IGN
2. Plano de Madrid y su término municipal 1916. Biblioteca Reg. de Madrid

Imagen del cauce seco del arroyo, a su paso por Vallecas

En la actualidad el Arroyo Abroñigal discurre por un doble colector subterráneo de unos cuatro metros de diámetro realizado en 1966 (ABC, 28-10-1966)


Fuentes principales
Primera Edición MTN50. Madrid. 1875 (IGN)
Plano de Madrid y Pueblos colindantes al empezar el siglo XX. Compuesto por Facundo Cañada López (1900)

Publicaciones del autor:
- Construcción de polígonos hiperbólicos... (Tesis, UNED 2006)
- El Abroñigal y otros arroyos
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