Vallecas, años de posguerra

Texto de Domingo Manjón,
anotado por José Luis García Heras


Al terminar la Guerra Civil centenares de miles de personas vivían en la mayor de las miserias en los barrios y municipios que hacían frontera con la ciudad de Madrid; las autoridades no se molestaban en visitar las zonas deprimidas. Es de agradecer a muchas instituciones religiosas que pusieran su grano de arena, encargándose de la asistencia social en esos años tan duros en esos barrios o municipios. El Puente de Vallecas, Doña Carlota y Nueva Numancia no sufrieron, en general, grandes destrozos en sus edificios a causa de los bombardeos, como sucedió en otras zonas de Vallecas que estaban en primera línea de frente. La gente se solía refugiar en los sótanos de las viviendas o en el Metro, donde cayó una bomba que destruyó parte del túnel donde se refugiaba un buen número de personas. Desde el Cerro de los Ángeles eran constantes los lanzamientos de proyectiles hacia Vallecas y alrededores; por las noches las personas no encendían ninguna luz ante el temor de ser blanco del enemigo.
Las zonas más afectadas, al estar cerca del frente, fueron el Pueblo de Vallecas y el barrio de Entrevías, que quedó completamente destruido, siendo un mar de escombros junto con el Pozo.
Se destruyeron la gran mayoría de fábricas y talleres que existían, dejando los campos de cultivo inutilizados, encontrándose después de la contienda una industria y una agricultura desoladas. La industria se paró completamente en el periodo de la Guerra Civil y, terminada esta, una gran parte de las fábricas estaban destruidas, abandonadas o saqueadas.
En los años siguientes se van recuperando muy lentamente y, a finales de la década de los cuarenta, ya existe un número importante de industrias, aunque la mayoría eran pequeñas y ocupaban escasa mano de obra. Las que más abundan son las relacionadas con materiales de obras y construcción –habiendo un total de veinticuatro fábricas–, siguiendo las empresas de alimentación: diecinueve dedicadas a aderezar aceitunas, venta de aguardientes, conservas, chocolates, gaseosas, harinas, helados, hielo, etc.; diez de productos químicos y artículos de limpieza: ocho fábricas de escobas, lejías, perfumes, etc., y varias fábricas más de diferentes productos. Abundaban las carbonerías, chatarrerías y traperías. En Vallecas hubo una gran represión por los dos bandos, tanto de izquierdas1 como de derechas. La represión de derechas2 duró más tiempo y hubo más muertos: era el bando que había ganado la guerra.
[La primera tuvo lugar sobre todo en las 17 checas de la barriada, entre julio y noviembre de 1936, y la represión de derechas, en su periodo más álgido, se prolongó hasta 1945, coincidiendo con el final de la Guerra Mundial, aunque la represión continuó, más atenuada, tras la promulgación ese año de 1945 del Fuero de los Españoles.]
[1 “Como cifra referencial para ejecuciones dentro de todo el Municipio, al finalizar la guerra se exhumaron del cementerio de la localidad entre 600 y 700 cadáveres, entre los que se cuentan las casi 200 personas ejecutadas en el tren de Jaén y 80 del pueblo de Vallecas.” (Fernando Jiménez Herrera).
Y en la capital, fruto del trabajo de investigación Checas en Madrid del Instituto de Estudios Históricos del CEU, se identificaron 345 checas en la ciudad (225 recogidas en la lista “oficial” de La dominación roja del Ministerio de Justicia y 120 checas no recogidas hasta entonces). Inicialmente se registraron 1.823 víctimas mortales entre julio y noviembre de 1936, en las que intervinieron más de 1.000 chequistas, aunque “El cálculo a partir de los casos localizados con posterioridad a la entrega del proyecto y de los datos sobre la represión en Madrid elevaría la cifra de asesinados a 3.000”.
El estudio, encabezado por Alfonso Bullón de Mendoza, respondió a un encargo del Ministerio de la Presidencia de 2011 y los resultados más significativos del proyecto se publicaron en mayo de 2019.]
[2 En el informe explicativo del Listado cronológico de ejecuciones en el Madrid de la posguerra (1939-1944), editado por el Ayuntamiento de Madrid, se afirma que “el estudio publicado en 1997 —Consejo de Guerra. Los fusilamientos en el Madrid de la posguerra (1939-1945), de Mirta Núñez Díaz-Balart y Antonio Rojas Friend—, aporta la cifra de 2.663 víctimas”, todas ellas ejecutadas en Madrid capital durante ese periodo, fusiladas en su inmensa mayoría en las inmediaciones del cementerio de la Almudena o necrópolis del Este. Del total de víctimas, unas 80 eran mujeres.
Dicho informe, sin embargo, reconoce que “seguramente nunca se podría llegar a precisar de manera exacta la cantidad de personas ejecutadas en Madrid capital durante el periodo 1939-1944”.]
Vallecas, igual que Madrid, fue fiel al gobierno de la República. En los primeros meses de la Guerra Civil comenzaron las persecuciones y ejecuciones a personas que se habían significado por sus ideas de derechas o por una determinada posición económica o social, sin apenas control, únicamente por apariencias o denuncia de otra persona, sin pruebas, motivado por envidias e intereses personales (lo que también pasaba en el territorio nacional, del bando sublevado). Muchas personas tuvieron que dejar sus casas y haciendas, creándose un clima de miedo constante. El mayor ensañamiento se produjo contra todo lo que tuviera que ver con la Religión (iglesias, conventos, sacerdotes, monjas, frailes, feligreses, etc.).
Las milicias, tanto de partidos políticos de izquierdas como de sindicatos y organizaciones vecinales, se encargaban del control de los delitos que se producían y de la represión, ejerciendo las labores de la policía. En los primeros meses reinaba el desorden, el descontrol y la improvisación en la batalla; y en los meses siguientes el Gobierno de la República pudo ir dominando el orden público, controlando a estas asociaciones y a los funcionarios pertenecientes al Cuerpo de Seguridad y Asalto.

Amós Acero Pérez, alcalde elegido democráticamente en 1931 y destituido en 1934 por su participación en la Revolución de Octubre, volvió a ser el regidor del Ayuntamiento de Vallecas durante la guerra civil; persona íntegra, intentó por todos los medios detener las acciones de injusticia que se iban produciendo, protegiendo a las personas más vulnerables en esos momentos, siendo los religiosos y religiosas centro de todos los odios.
En mayo de 1931, al poco de proclamarse la II República, un grupo de exaltados intentaron quemar los colegios religiosos de N.ª S.ª del Carmen y Santa Teresa, en la calle Emilio Ortuño nº 11; Niño Jesús de Praga en la Avda. de la República nº 68 (actualmente, Avda. de la Albufera); y Ave María, este último regido por monjas y situado en la Avda. de la República nº 66. En el último momento llegó Amós Acero y consiguió que la muchedumbre desistiera de quemarlo, para acto seguido proteger y evacuar a las monjas y demás empleados hacia sitios más seguros de Madrid. Estas religiosas avalaron la actuación del alcalde cuando se encontraba detenido, finalizada la Guerra Civil; aval que no fue incorporado al expediente judicial. También evitó que se quemara el convento de las Marianas (Religiosas de María Inmaculada para el servicio doméstico).
En febrero de 1936 gana las elecciones generales el Frente Popular y se siguen produciendo ataques en Vallecas a los edificios religiosos: se prende fuego a las puertas de la iglesia de San Ramón; asaltan el convento de las Hermanas Pastoras, en Emilio Ortuño, incendiándole en parte; se asalta el colegio parroquial y el convento anexo y queman las imágenes y los muebles; otra iglesia asaltada es la del Dulce Nombre de María, en el barrio de D.ª Carlota, y un colegio católico; intentan incendiar dos conventos que se encontraban en la Av. de la República (Ave María y Niño Jesús de Praga), penetraron por la noche en el Centro Obrero Católico, situado en la calle Fermín y Galán (actual Peña Prieta), que regentaban las Damas Catequistas, prendiendo fuego a los muebles y enseres que había.
El 18 de julio, día de la sublevación militar, la iglesia de San Ramón fue invadida y saqueada por las turbas, quemando las imágenes, los altares y objetos de culto. El 28 de noviembre de 1936 es fusilado en Paracuellos del Jarama el párroco de San Ramón, D. Emilio Franco, junto a su coadjutor D. Mariano Escribano Herranz y otros compañeros de martirio, cuarenta y tres religiosos y siete sacerdotes seculares.
El 12 de agosto de 1936 se produjo un famoso suceso, conocido como el “tren de la muerte”, tren procedente de Jaén, donde fueron asesinadas 191 personas, de las 245 que viajaban en él, escoltados por 50 guardias civiles. Procedían de las cárceles republicanas andaluzas con destino a la cárcel de Alcalá de Henares y a su paso por Entrevías, tras pasar la estación de Santa Catalina, un grupo de milicianos anarquistas hicieron que la locomotora se parara y obligaron a bajar a los pasajeros para fusilarlos en las proximidades del Pozo del Tío Raimundo, el obispo de Jaén don Manuel Basulto entre ellos. Su hermana Teresa, la única mujer de la expedición, fue asesinada por otra mujer, una miliciana.
El tren se dirigió hacia Santa Catalina y fue estacionado junto a la llamada Casilla doble, frente a la cual se produjeron los fusilamientos.

[3 Fernando Jiménez Herrera, en su tesis Los comités madrileños en 1936. Un análisis microhistórico de la represión (UCM, 2017) opta por denominarlas “comités revolucionarios” —socialistas, comunistas o anarquistas, según su origen—, argumentando que “La institución soviética [cheká] fue creada [en 1917] y amparada por el Estado con la intención de eliminar a los enemigos del naciente régimen. En el caso español, los centros [donde se ubicaban los comités revolucionarios] que se generaron ante el golpe de estado lo hicieron de forma autónoma y muchas veces en contra de los intereses estatales”.]
De los comités revolucionarios de Vallecas, la mayoría eran anarquistas. Los más conocidos estaban situados en el colegio del Ave María (comunista), el convento de los Hermanos de la Doctrina Cristiana (antiguo colegio Niño Jesús de Praga; socialista) y colegio de Nª Sª del Carmen y Santa Teresa (después Divina Pastora; anarquista). Este último se encuentra entre los lugares de Madrid donde se produjeron mayor número de víctimas (denunciadas). Al finalizar la Guerra Civil hubo una gran represión por la marcada historia de Vallecas antes del conflicto: abundaban los partidos de izquierdas y las asociaciones sindicales, siendo conocida Vallecas como “la pequeña Rusia”. Se cometieron muchos actos de venganza por parte de falangistas, por familiares que perdieron o que ejecutaron durante la guerra, por odios personales o para quedarse con los bienes de la persona denunciada.
El estigma de haber tenido algún familiar rojo, aunque estuviera muerto, y la gran represión laboral, agudizando la miseria en las familias, requerían algún aval por parte de alguna persona perteneciente al régimen para poder sentirse algo seguro en ese clima de miedo y angustia constante o tener la posibilidad de incorporarse a un puesto de trabajo.
Según puede leerse en La II República y la Guerra Civil en Vallecas (vallecastodocultura.org, Gabriel Pérez y Alfredo Pérez), “en la calle Picos de Europa, entonces Molinuevo, existía un antiguo cuartel de la Legión donde se instaló un cuartel de la Guardia Civil, que tenía como misión principal controlar a todas las personas que trataban de huir por la carretera de Valencia”.
[En realidad, el Banderín de Enganche de la Legión (Banderín Central de la Legión en Madrid) se instaló en el mismo emplazamiento donde estuvo la primera sede de la parroquia de San Francisco de Asís, erigida en marzo de 1941 y trasladada después al colegio del Ave María; hasta 1945, año que se inaugura el templo definitivo (Vicente Martín Morales). El Banderín de la Legión permaneció en Picos de Europa hasta principios de los 60: el B. O. del Ejército del 3 de septiembre de 1958 publica una referencia a “Los pliegos de condiciones técnicas y legales (que) obran en el Banderín Central de Enganche de La Legión en Madrid calle Picos de Europa, Puente de Vallecas“. Posteriormente, los terrenos fueron vendidos para la edificación de viviendas. Años más tarde, a unos 150 metros se instaló un “cuartelillo” de la Guardia Civil con viviendas para los guardias y sus familias.]
Bastantes mujeres —también en Vallecas, como es lógico— tuvieron que hacerse cargo de los hijos y soportar el miedo constante de ser señaladas como rojas, ya que la mayoría de los hombres habían huido, estaban encarcelados o muertos. Un artículo del año 1944, titulado “LA TRAGEDIA DE LOS HUMILDES”, explica la situación de necesidad que viven algunas personas de los suburbios:
“En cuanto a la situación material y económica de los abnegados moradores del suburbio, podemos decir que no parece sino que el dolor y la miseria más espantosos han establecido en él su sede desde la cual ejerce su autoridad despótica y tirana. Y no hay más que darse una vuelta por la vasta superficie territorial que ocupa para darse cuenta de la espantosa tragedia que les penetra de afuera a dentro y de dentro a fuera. ¿Veis aquellos muros derruidos, pero todavía erguidos como una amenaza? Pues debajo, constantemente amenazados de muerte, en lóbregos e inmundos sótanos, vive un verdadero enjambre de humanas gentes que se acogieron a aquellas ruinas que, en su insensibilidad, aun muestran más amor y hospitalidad que el corazón de los hombres. Ni hay luz, ni agua, ni el más pequeño vestigio de que es morada de seres humanos con un alma portadora de valor eterno. Míralos: desnudos, harapientos, sucios; sin mobiliario alguno, comiendo en el suelo, durmiendo en la dura tierra… ¿Dónde estamos? ¿A dos pasos de la Puerta del Sol, del siglo XX, o en las interioridades de la selva, de los tiempos primitivos? Porque esto, amable lector, más que a civilización, huele a selva donde, como dijera un ilustre tribuno, compatriota nuestro, no ha penetrado ni el resplandor de la idea moderna ni el verbo de la idea cristiana. ¡A un tiro de piedra de la Puerta del Sol! Y no se crea que se trata de una tribu de indeseables hijos de la holganza. En su mayoría son auténticos hijos del trabajo que no pueden hacer otros milagros con su modesto salario. ¡Una pena!”.
En la revista "Nuestra Bandera"4, de tirada mensual, se publicaba el 31 de mayo de 1944 el siguiente artículo: “La escasez y la pésima calidad de los alimentos sólo pueden determinar depauperación y enfermedades. Un obrero de Madrid, que ganaba 12 pesetas [diarias], y cuya familia tenía otros ingresos, sólo podía dar a ésta la siguiente comida: a mediodía unas lentejas y un poco de pan, y por la noche, unas gachas de almortas (a éste producto le añaden a veces yeso, para aumentar volumen y peso). Una familia de la clase media, cuyos ingresos mensuales venían a ser de unas 1.000 pesetas5, sólo podía comer unas judías con un poquitín de aceite y unas sardinas o chicharros. Con este ingreso no se puede adquirir leche ni huevos”. El pan era de una calidad malísima, elaborado en general a base de maíz —pan de borona—, mezclado con harina de bellotas. Las lentejas y las judías se distribuyen muchas veces agusanadas. En Madrid (Vallecas) tuvo gran repercusión la muerte de toda una familia, por la mala calidad de los alimentos.
[4 Nuestra Bandera, órgano de debate teórico del Partido Comunista de España, surge en julio de 1937. Terminada la guerra de España se publica en Méjico, entre 1940 y 1945, con ritmo mensual, pero sin hacer referencia expresa en su cabecera a su condición de órgano teórico del PCE. Acabada la II Guerra Mundial, pasa a editarse en Francia; hasta 1977, cuando ya vuelve a publicarse en España.]
[5 Según Margarita Vilar Rodríguez, en 1944 el salario medio del personal masculino cualificado en la industria era algo inferior a 20 pts. diarias, lo que supone unas 550 pts. mensuales (La ruptura posbélica a través del comportamiento de los salarios industriales: nueva evidencia cuantitativa 1908-1963, Universidad de La Coruña).]
La mayoría de los niños presentaban un aspecto famélico y el raquitismo, el botulismo o la hepatitis causaban estragos por la deficiente alimentación; muchos niños tenían que trabajar en precarias condiciones desde muy temprana edad, abandonando la escuela y ayudando a sus padres en el mantenimiento de la familia.
La Revista Clínica Española publica en 1944 dos estudios realizados por los Doctores F. Grande Covián, J. Rof Carballo, F. Jiménez García y A. Morata Cernuda.
- El primer estudio se titula: “Alimentación y desarrollo infantil I; El estado nutritivo de los niños en edad escolar de un suburbio madrileño”.
Eligieron a habitantes de Vallecas para realizar un ensayo clínico en 1941 y 1942, ya que esta zona había estado especialmente castigada durante la guerra. Los investigadores compararon niños escolarizados en el Puente de Vallecas con los niños del Colegio Estudio, situado en el barrio de Chamberí, donde asistían niños de clase acomodada. El 30% de los niños vallecanos presentaban calambres y debilidad muscular, frente al 2% de los alumnos del Colegio Estudio. Los calambres estaban originados por un déficit de vitaminas del complejo B, debido a una pobreza en grasas y de calcio en la dieta.
- El segundo estudio se titula: “Alimentación y desarrollo infantil II; el desarrollo físico comparativo de dos grupos de niños en edad escolar y distinto nivel económico”.
El estudio comparativo de dos grupos de niños en edad escolar y de nivel económico diferente demuestra que los que pertenecen a un suburbio madrileño económicamente pobre sufren un retraso en el crecimiento que se caracteriza por una talla y un peso inferiores en relación con la edad. El retraso del peso corporal es proporcionalmente mayor al de la talla. Cuando se calcula, según WETZEL, la edad que teóricamente corresponde al desarrollo corporal de estos niños se observa un retraso de 2,94 años para una edad término medio de 10,14 años. El retraso global del desarrollo somático representa por tanto el 29 por 100 de la edad cronológica media. Este retraso en el desarrollo debe atribuirse principalmente a causas dietéticas y no solo a carencias específicas, sino sobre todo a insuficiencia cuantitativa en la dieta consumida. Desde el punto de vista cualitativo es probablemente la falta de leche en la dieta uno de los más importantes factores en la génesis de este trastorno del desarrollo.
Estos emigrantes empezaron comprando o alquilando unos metros de terreno, por lo general entre 70 u 80 metros cuadrados máximo, y levantando sus infraviviendas de manera ilegal –si en 1940 se vendía el pie cuadrado de terreno a 0,50 pesetas, en 1956 ya costaba entre 8 y 9 pesetas.
Todo esto con la tolerancia del Ayuntamiento de Vallecas primero, hasta 1950 que se produjo la anexión al de Madrid, dejando de ser un municipio independiente, y también después de la anexión. Hasta 1956 (en ese año Vallecas tenía el 58 por ciento de infraviviendas de todo Madrid), cuando el Gobierno decreta la prohibición de construcciones ilegales –a raíz de reivindicaciones laborales, enfrentamientos estudiantiles, etc.--, intentando con ello controlar la gran masa de población activa que, en general, vivía en estos núcleos de población.
A causa de este decreto los emigrantes que llegaban a Madrid tenían que construir sus infraviviendas en una sola noche, a la luz de la luna –ayudados por familiares y vecinos, siendo estos muchas veces del mismo pueblo o zona rural–, techando y teniendo que introducir inmediatamente a la familia y las pocas pertenencias que po-seían, de modo que por la mañana ya se encontrara una familia instalada para que no la pudieran derribar. En general, las viviendas eran de una sola planta; construidas anárquicamente, se solían componer de una habitación, cocina y comedor.
Cuando llegaba el buen tiempo la vida se hacía en la calle –las sillas en las puertas de las casas–, y las tertulias entre los vecinos, hasta largas horas de la noche, daban una nota de humanidad ante tanta adversidad.

La única idea que predomina es que la educación debe ser católica y patriótica. Sin embargo, el régimen político que se impone en España a partir de la guerra civil no se preocupa de diseñar un sistema escolar distinto del preexistente. En los primeros años, la educación solo interesa al Gobierno como vehículo transmisor de ideología, sin importarle en exceso su organización y estructura interna.
[Una excepción fue la Enseñanza Primaria, para la que se crea el Patronato Escolar de Suburbios de Madrid en agosto de 1942.]
Ante la falta de colegios —también en Vallecas— y la poca respuesta de las instituciones públicas, es la Iglesia la que se encarga principalmente de crear nuevas escuelas para paliar el gran déficit que existe, sin llegar a conseguir la escolaridad completa, siendo la institución que en esta época se involucra más activamente, generalmente recibiendo alguna ayuda del estado para su mantenimiento (abonando el salario de profesores, pagando todo o parte del alquiler de los locales, etc.).
[La campaña pro suburbios, dirigida por el obispo de Madrid-Alcalá, dio sus primeros frutos con la creación del Patronato Escolar de los Suburbios de Madrid el 4 de agosto de 1942, al que “se le encomendaba la organización de escuelas primarias, la de actividades complementarias post-escolares, la creación de nuevas escuelas nacionales y la protección y subvención de las escuelas privadas existentes o que en lo sucesivo se abran en los suburbios de Madrid. [….]. En […] diciembre este Patronato […] acordó la creación de 109 escuelas en los suburbios de Madrid, para la cual se están habilitando ya los locales necesarios.” (ABC, 3-1-1943)]
[En enero de 1943 la Revista de Educación, en un artículo titulado Se crean ciento nueve escuelas en los suburbios de Madrid, justifica, en el contexto de la época, la constitución del Patronato por parte del Ministro de Educación Nacional, don José Ibáñez Martín. En el texto se subraya la intervención del Obispo don Leopoldo Eijo y Garay, promotor principal de la iniciativa:
Una masa desvinculada de la tierra, fué ciñendo los alrededores de Madrid, Barcelona, Sevilla y otras poblaciones españolas.
Los gobiernos liberales ignoraron el problema que esto suponía y los políticos socialistas explotaron con habilidad la situación de masas humanas viviendo en las puertas de la ciudad, sin que nadie— excepto la Iglesia—se apercibiese de sus grandes necesidades materiales y morales.
Por Orden de 4 de agosto del pasado año el Ministro de Educación Nacional, don José Ibáñez Martín, constituyó un Patronato de Suburbios. En él están representados todos los elementos que por su profesión y anhelos patriótico-religiosos, pueden contribuir a solucionar tan magna cuestión. En primer lugar la Autoridad religiosa. El Sr. Obispo de Madrid-Alcalá, don Leopoldo Eijo y Garay ha sentido en su aguda sensibilidad y en su clara visión apostólica desde el principio de su pontificado la gravedad del mal […].
El Obispado ha empezado la construcción de iglesias sencillas, pero completas en sus instalaciones. Hemos visto edificios en construcción muy adelantada y el más certero acierto ha presidido su trazado. Junto al edificio de la iglesia, está la casa del párroco y sacerdotes, la escuela de niños y la de niñas, el centro para catequesis, el dispensario sanitario y los centros de Acción Católica.
La iniciativa privada católica ha creado instituciones y centros de enseñanza que han realizado una benemérita labor.]
En diciembre de 1942 el Vicario General de la Diócesis, Dr. Casimiro Morcillo, acompañado del Inspector provincial de 1ª Enseñanza, visita la parroquia del Santo Ángel de la Guarda, con el objetivo de enterarse personalmente de la población escolar, locales habilitados, asistencia habitual y número de niños sin escolarizar, sugiriendo al párroco que presente una solicitud en el Ministerio al Secretario del Patronato, indicando el número de escuelas que se necesitan según el censo escolar y el local propuesto, encargándose este organismo de gestionar el alquiler, compra, etc. El párroco redacta dicho informe, comunicando que los escolares de la barriada son unos 1.800 aproximadamente, existiendo dentro de la parroquia dos grupos escolares con 380 niños, dos escuelas nacionales con 220 y tres escuelas particulares con 450 niños: un total de siete escuelas con 1.050 niños, quedando por consiguiente sin ella otros 750 al menos.
[En noviembre de 1944 el Patronato de Suburbios acuerda “resolver la situación de las escuelas de las calles de Huerta del Hachero, Pardo Bazán, Capitán Haya (Entrevías) y Doctor Bellido, 17” (ABC, 18-11-1944).
Y en enero de 1946, “Con motivo del Día de Reyes, el Patronato de los Suburbios de Madrid repartió 2.000 pares de zapatos, mil batas para niña, mil pantalones y 5.000 paquetes de galletas a los niños de las escuelas de los suburbios.
En el Grupo escolar San Ramón, presidió el acto […] el director general de Enseñanza Primaria, D. Romualdo de Toledo, en unión del párroco D. Francisco Navarrete […] y los directores del grupo.
El Sr. Toledo […] “resumió la obra que el Patronato realiza, manifestando que lleva creadas en dos años de existencia 103 escuelas, 47 de niñas y 56 de niños. Además, tiene establecidas 47 clases e Corte y Confección y Economía doméstica y, asimismo, clases de adultos y talleres, tres de carpintería y tres de metalistería”. Algunos de esos talleres formaban parte del complejo de San Ramón y otros estaban en la cercana calle Granada, donde también existía una Sección preparatoria de Magisterio : “Después de visitar los talleres de este grupo visitó los de la calle Granada, número 32, donde conversó unos momentos con la Sección preparatoria del Magisterio, que funciona en dichas escuelas.” (ABC, 8-1-1946)]

En 1943 se inaugura el templo parroquial de San Diego con unos nuevos locales destinados a Dispensario, Escuelas y Salón para actos. En 1945 tiene lugar la inauguración de la iglesia parroquial San Francisco de Asís6, la casa convento de religiosos franciscanos, el dispensario, dos escuelas y un saloncito de actos. En octubre de 1944 se inaugura el colegio San José, encomendado a las religiosas Terciarias Franciscanas, en la calle José Antonio (hoy Monte Igueldo), esquina a la calle Francisco Laguna. En 1945 la parroquia del Santo Ángel adquiere unos nuevos locales para destinarlos a escuelas en la calle Ramón y Cajal nº 2 (actual Sierra de Alcubierre). También este año se inaugura el nuevo colegio-academia “Colegio-Avenida” situado en la Avenida José Antonio nº 80 (Monte Igueldo).
[6 Como ya se dijo más arriba, la parroquia fue erigida en marzo de 1941, teniendo dos sedes distintas antes de trasladarse a la sede definitiva en Plaza del Gobernador Carlos Ruiz, 4]
En 1940 solo había una parroquia en el Puente de Vallecas: San Ramón Nonato, cuya iglesia, acabada en 1907, se erige como parroquia en 1910, cuando la población de todo Vallecas —incluida la Villa, donde estaba la parroquia de San Pedro Ad Víncula— era de unos 19.000 habitantes, según datos oficiales. Desde entonces, la población había ido creciendo desmesuradamente y hacía tiempo que San Ramón resultaba insuficiente para atender a sus necesidades.
El Estado, en esos primeros años de la década de los cuarenta, no prestaba ninguna asistencia social a estos barrios marginados. Lo único que existía era la cartilla de racionamiento, que no cubría las necesidades mínimas, y el estraperlo, ejercido principalmente por personas vinculadas al régimen, era la solución para paliar la escasez de alimentos y productos de primera necesidad.
La creación de estas nuevas parroquias trae consigo nuevos colegios ante la gran demanda que había; se crean talleres para aprender una profesión y que se pudiera ganar un dinero para ayudar a la economía familiar. Otro gran problema es la sanidad, que era pésima en el Puente Vallecas: había una Casa de Socorro que no podía cubrir las necesidades de la población. Ante esa realidad, las parroquias consideran una prioridad la atención a los enfermos, abriendo dispensarios, ayudándoles en la compra de medicinas, asistiendo en sus viviendas a las personas enfermas que no pudieran desplazarse mediante el “botiquín domiciliario”, diseñando planes de vacunación, dedicando especial atención a los menores. Para poder hacer frente a los gastos del dispensario, los sacerdotes hacían colectas especiales o se dedicaban a pedir limosna puerta a puerta entre la población de Madrid.
Se crearon rondallas para los jóvenes interesados en la música y se les enseñaba a tocar algún instrumento o a cantar en coros que actuaban en los oficios religiosos y en festivales; y se organizaban actividades teatrales, representando obras, donde se aprendía a interpretar y hablar con corrección.
Se inauguran lecherías en las parroquias para el reparto diario de leche y, en días sueltos, reparto de queso y mantequilla, dado el gran número de pobres, ancianos y niños desnutridos. Según comentarios de la época, “las madres afirman el mejoramiento de sus hijos desde que toman la leche, queso y mantequilla”. También la Embajada de Estados Unidos enviaba gran cantidad de harina y cajas de botes de leche a las parroquias para que estas, a su vez, se encargaran de repartirlas, entre los niños y enfermos, sobre todo.
La congregación de San Vicente de Paúl y el Sagrado Colegio de Nª Sra. del Sagrado Corazón en la calle Fortuny, dirigido por las RR. Carmelitas de la Caridad, colaboraron muy activamente con las parroquias de Vallecas, tanto económicamente como donando gran cantidad de ropa, comidas y, en navidades, además juguetes durante varias décadas.
Publicaciones del autor:
- Construcción de polígonos hiperbólicos... (Tesis, UNED 2006)
- El Abroñigal y otros arroyos
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Comentarios

  1. José Luis, Un formidable artículo. Me ha encantado y me ha recordado mis primeros años de infancia. Las cuevas y las casas. La pobreza y las veladas de los veranos en la calle. Hasta el cuartel de los legionarios. Sé que has matizado algunos datos de la contienda y me parece bien.
    La vida en Vallecas fue muy dura, pero también en otras poblaciones y en este sentido me parece que se exagera un poco, siendo verdad que fue un suburbio que no se desarrolló como los demás, quizás por la enorme afluencia de inmigración. Pero el trabajo es muy bueno. Gracias por este "regalito".

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  2. Gracias por tu comentario. Me alegra que te haya encantado y te haya recordado tus primeros años de infancia. Aima

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  3. Hola profe, JR Arnal de COU LETRAS Tajamar 80, muy objetivo y esclarecedor el artículo. La verdad que da para un libro, yo recuerdo ya en los 60 las cuevas del Cerro del Tío Pío subiendo a Tajamar, las de Palomeras junto al campo de fútbol de las Cuevas, la gente que vivía dentro de las toberas de la Cerámica cerca del Cine París, y mis vacaciones en casa de mis abuelos en el Pozo, junto a lo que llamaban el "Campo de Batalla", hoy cercano a M40 y Mercamadrid, en fin parte de nuestra historia, que no debemos nunca olvidar, estemos dónde estemos actualmente. Un abrazo.

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  4. Gracias José Ramón. Te agradezco el comentario y me alegra que te haya traído buenos recuerdos. En buena parte, de eso se trata. Un fuerte abrazo.

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  5. Soy José A. Ureta. Un estudio perfectamente documentado y ameno, se lee muy bien. Explica de forma objetiva y sin apasionamiento lo que fueron los 1931 a 1950 la historia de Vallecas. Artículo este tuyo @José Luis García Heras que ya es de referencia obligada para el estudioso. He aprendido la época que no conocí personalmente y he revivido lo que sí que conocí.
    Me ha encantado la objetividad en una época en la que estamos tan faltos de ella.
    Gracias.
    Me recuerdas tanto a Salvador Espriu, especialmente en su Inici de Càntic en el temple, donde dice: "Pero hemos vivido para salvaros las palabras, para devolveros el nombre de cada cosa"... pues así eres tú y este blog.
    De nuevo gracias

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  6. ¡Cómo me alegra tu comentario! Anima verdaderamente a seguir, aunque el texto se debe, sobre todo, a Domingo Manjón, autor principal del artículo.

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  7. Gracias, José Luis, por refrescar la historia de mi querido barrio. Como vallecano, nacido en los años cuarenta, me siento muy orgulloso y doy gracias a los que tuvieron que sufrir en una guerra fraticida para dejarnos un mundo mejor. No me inculcaron odios, ni venganzas; solo ánimos para esforzarme en los estudios y valorar el sacrificio de los mayores, a los que venerábamos y respetábamos.
    Un abrazo muy fuerte.

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  8. interesante, trabajado y necesario para conocer la historia de nuestro barrio al igual que todos los trabajos del blog. ánimo y adelante. Sixto Rodríguez Leal

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    1. No sabe la enorme alegría que me produce su comentario, don Sixto, viniendo de una persona como usted, gran conocedor de la historia de nuestro barrio, al que tanto tiempo ha dedicado con sus escritos. Sus palabras me animan, dándome la seguridad de estar "acertando" con el trabajo que realizo, llevado por el amor al sitio en que nací y pasé, rodeado del cariño familiar, los primeros 58 años de mi vida. Gracias, muchísimas gracias. Y un abrazo, don Sixto.

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